27 de febrero de 2010

Solo los peces muertos siguen la corriente


Ella yacía en una silla. Pensaba. Pensaba desolada sobre el rumbo que su vida había tomado. Sin darse cuenta, sin tomarlo ni beberlo se encontraba en una situación bastante incómoda. En ese fluir, como pez en el agua, parecía no haber alcanzado el destino esperado, más bien, una extraña sensación de haberse extraviado por el camino la asaltaba. De repente, ese fluir de líquido por donde se solía deslizar libre e inconscientemente se convirtió en una enorme masa de agua que ahora la oprimía y parecía ahogarla. Después de su abatimiento inicial, luchó, luchó contra la corriente, y lo que en un principio fue un esfuerzo descomunal, poco a poco se fue convirtiendo casi en un placer indescriptible, una sensación de huir, de ir en sentido contrario, y esto le agradaba.

Él, arrastrado y con sensación de abatimiento vagaba solo y triste por las corrientes de la vida. Era incapaz de salir de ellas, no sabía bien que hacía allí, pero tampoco se cuestionaba su situación. Resignado y cansado seguía sin esfuerzo la corriente, que a su vez lo atrapaba como un remolino. Un día sintió una llamada, externa… una fuerza mayor que la corriente, y lo arrastró. Era un canto, un encanto… apareció en una playa, esa había sido la única vez en la que había abandonado la corriente, fue algo instintivo e irracional, él ni siquiera se hubiera planteado esa opción. Allí encontró el origen de su “deserción”, una sirena cantaba expuesta al sol. Yacía en una silla, pero ahora, sí, ahora ella sonreía.

Hay dos tipos de deserción, la emocional y la racional. Cada uno que saque sus conclusiones, pero, no se dejen arrastrar por la corriente, pues a los humanos se nos presupone una “inteligencia” superior al resto de seres vivos, y tal vez esto sea una lacra en nuestro historial, pero al menos, deberíamos hacer gala de ella, y demostrarlo de vez en cuando.

23 de febrero de 2010

Historia, esencia, propósitos, ruegos y preguntas


Aquí empieza la modesta andadura de un blog más en esto del mundo electrónico y global de internet. Esta "repentina necesidad" surge de la invitación de un muy buen amigo, experto ya en estos temas, a compartir espacio de edición y reflexión. Encantado con la idea e ilusionado, solo debo objetar el tener que inaugurar yo este espacio, aunque alabo la amabilidad y condescendencia con la que se me ha orotgado semejante dicha.
Leer antes de quemar... sin duda el título es una "desenfadada" referencia cinematográfica al título del film de los hermanos Coen (Joel y Ethan, Leonard no era familiar suyo... y lleva "h" intercalada) "Quemar después de leer".
Queremos llamar la atención sobre este fenómeno, quemar libros es una práctica mucho más extendida y antigüa de lo que muchos de ustedes piensan. Sintiéndolo mucho, veo dificil, aunque alguién se sienta tentado, de la posibilidad que nuestros escritos puedan ser pasto de las llamas, en cambio sí hacemos un llamamiento a la lectura y la reflexión, en mi modesta opinión, algo desvalorizado dentro del llamado "estado de bienestar"(como apunta Ray Bradbury en su novela Farenheit 451").
Desde prácticamente la aparición de la cultura escrita, la quema de libros ha formado, desgraciadamente, parte activa en la memoria y perdurabilidad de esta. Tenemos numerosos ejemplos como la quema, ya en la Antigüedad, de la biblioteca de Alejandría; la quema de numerosos libros de caballerías; la quema de libros judios en 1933 por parte de juventudes nazis, en Berlín; o la reciente destrucción de la Biblioteca de Sarajevo, en 1992. Escritores como Salman Rushdie o Talisma Nasrin están amenazados de muerte, en el caso de esta última por escribir en contra de la discriminación y el racismo. Posiblemente esta fobía a los libros, a lo escrito, lleva a los detractores de las ideas allí expuestas a quemarlos, pues como dice W. Ong "No hay manera de refutar un texto directamente. Después de una inpugnación generalizada y devastadora, dice exactamente lo mismo que antes..."esta fobía, este intento de control intelectual, del pensamiento único y de borrar vestigios anteriores ha sido característico de los regímenes totalitaristas: como el ejemplo nazi, el de Julio César, la represión de la inquisición (en el s. XIII, la iglesia no solo utilizó el fuego como medio de purificación o salvación de las sagradas escrituras, como demuestra la leyenda del hispano Santo Domingo de Guzmán incorporada en la Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine, sino que en la misma época pasaron por las "llamas purificadoras" a "herejes" albigenses y valdenses, y en general a la población de Tolouse, incluídos mujeres y niños) o el caso del emperador chino Shih Huang Ti, conocido por mandar construir la Muralla china, que ordenó destruir todos los libros anteriores a él (año 220 a.n.e.) en un intento de recrear el "principio de los tiempos".
En general, todos estos ejemplos, reales, no se alejan en absoluto a la anteriormente citada obra de Ray Bradbury (Farenheit 451), como a la película del mismo nombre de François Truffaut o a la sociedad de "1984" descrita por George Orwell, "El que controla el pasado -...- controla también el futuro. El que controla el presente controla también el pasado". Pero no nos engañemos, no solo esta represión es única de los totalitarismos, también, aunque diferente, es ejercida por instituciones pretendidamente democráticas. Simplemente dejando morir ciertos conocimientos "innecesarios", como las lenguas clásicas, la filosofía, y de seguir así la historia y la historia de la literatura. O como el caso del consistorio municipal de Valencia, que en sus escritos oficiales utiliza una lengua basada en pretendidas normas gramaticales inexistentes y arbitrarias, dictadas, eso si, a petición política, por la Academia de Cultura Valenciana (sobre este tema hay serias denuncias de expertos y escritos publicados a los que me puedo remitir).
En fin. a modo de conclusión, evidenciar que la trayectoria histórica occidental está llena de formas de reprimir ideas, destruir y erradicar heterodoxias. Y permítanme terminar con una frase de Leo Löwenthal "La hostilidad sobre lo que escribo, sobre la escritura, es directa contra la libertad de una interpretación plural, hermenéutica aunque también individual".
Con este aforismo entronco mi reflexión final, que hago extensiva a todos los lectores de este blog, ya que es uno de los propósitos del mismo. Aunque este texto (individual) puede tener una interpretación plural, en tanto en cuanto haya personas que puedan comulgar con estas o semejantes ideas, habrá otras que no. Este pretende ser un espacio abierto de opinión y de reflexión, no se trata de gente que escribe y gente que lee, así que hago un llamamiento a la participación activa en este blog, y que cada uno contribuya, si lo desea, a la formación de un espacio de debate y reflexión del que se encuentre activo y participativo con cada uno de los diversos y variopintos temas y "modalidades literarias" que aquí, modesta y buenamente desempeñemos, asiduamente mi amigo y un servidor. También estudiaremos la forma de poder publicar escritos que algunos de vosotros, voluntariamente, os apetezca ofrecer para que estos sean compartidos por todos.

Gracias por vuestro tiempo, y animáos.