12 de septiembre de 2011

Once(s) de septiembre


A no ser que vivas en una cueva en el desierto más recóndito del planeta, ayer era inevitable asistir a un bombardeo constante de noticias sobre el décimo aniversario del ataque contra las Torres Gemelas de New York, así como a los incontables homenajes y muestras de apoyo que desde todo el mundo se dirigían a los familiares y compatriotas de las casi 3.000 víctimas que dejó tan despreciable atentado. Nadie quiso dejar de recordar la efeméride, de rememorar aquellos momentos de pánico y caos que detuvieron el tiempo aquel 11 de septiembre de 2001, de volver a poner de relieve el valor de aquellos que se dejaron la vida intentado salvar la de aquellos que habían quedado bajo los escombros del mayor símbolo del país más poderoso del mundo, y de señalar cómo ha cambiado nuestra vida desde aquel entonces, ese punto de inflexión que marcó para siempre el desarrollo de un siglo que acababa de empezar.

Sin embargo, hay que ser casi un detective avezado para encontrar referencias a otra efeméride que también se conmemora un 11 de septiembre, en este caso de 1973. Cierto es que queda mucho más redondo diez años que treinta y ocho, pero no por ello me parece justo olvidar aquel ignominioso momento de la historia en el que el ejército chileno, comandado por el infausto Augusto Pinochet y auspiciado por la CIA y el gobierno de EE.UU., asedió el Palacio de la Moneda de Santiago hasta que el presidente legítimo Salvador Allende tuvo que quitarse la vida. A este episodio le sucedieron varias décadas de dictadura y represión, saldadas con unas cifras de muertos y desaparecidos cuya cantidad total ni siquiera hoy ha podido ser esclarecida en su totalidad.

Desde hace una década, el 11 de septiembre será siempre el 11 de septiembre de 2001, y las víctimas a las que se recordará serán aquellas que murieron en el World Trade Center. Por el contrario, todos aquellos inocentes que perdieron la vida en Afganistán o Irak desde entonces, con la peligrosa excusa de la lucha contra el terrorismo, quedan inevitablemente relegados al mismo olvido que Allende y los represaliados chilenos. Una vez más, desde nuestra perspectiva supuestamente civilizada, seguimos separando a los muertos de primera categoría de los de segunda categoría, y lloramos con más fuerza a unos que a otros.

Si algo hemos aprendido en estos diez años, es que no estamos solos en el mundo. Y que no somos ni mucho menos invulnerables. Bajo los escombros de las Torres Gemelas se hundió también nuestra sensación de seguridad, de poder hacer cualquier cosa sin temor a las consecuencias. Si algo hemos aprendido es que deberíamos dejar de mirarnos tanto el ombligo para ver un poco más allá, y para adquirir conciencia de que tendríamos que lamentar con la misma fuerza todas las injusticias que se producen en este mundo. En EE.UU. el 11 de septiembre será siempre el Día de la Infamia, y lógicamente habrá que seguir llorando a sus víctimas hasta que sea necesario. Pero al mismo tiempo hay que denunciar las otras infamias que la historia, eso que se escribe al dictado de las corrientes de poder, se encarga de generar con una frecuencia mucho más rápida de lo deseable. 

11 de septiembre de 2011

Entre el ordenador y la realidad

Se independizó de él mismo. Pasó de ser el protagonista de la historia a una simple voz en off. Ante él la trama, la vida. La podía contemplar toda; en palabras, en hechos, en imágenes... allí estaba él, viviendo todo lo que es y fue suyo, también todo lo que es y fue de los demás. Viviendo? No, quizá solo viendo. Pues todo esto pasaba, estaba, acontecía ante él, pero ya nunca más fue el protagonista. Ahora era solo la voz en off. Esa voz que cuenta una peculiar historia. Esa voz que narra su historia y la de nadie más. La voz que juzga y pone "en su sitio" a todos los personajes de la película. Pero al fin y al cabo, una voz en off que nadie escucha.
Y como en todo llegó la hora. Poner voz a una gran superproducción está bien, pero sinceramente, aquel papel protagonista en aquella humilde historia le gustaba. En realidad, tenía menos extras, menos efectos especiales, era "más natural todo", o no, pero lo parecía. Ahora era uno más. El protagonista de su película sí, pero su voz ya no era el hilo conductor de la historia, aparecían otras, y podía interactuar con otros personajes. Ya no era aquel Deus ex machina que condicionaba con su voz toda la historia. Era un elemento más de la película.

Y es que hay a quién le gusta escuchar mucho su voz, sin la oposición de otra. Pero poder escuchar y compartir las historias de los demás le era mucho más gratificante por ahora.

6 de septiembre de 2011

Constitución a la carta

La Carta Magna, celosamente guardada invariable, intacta, incomprensiblemente a veces, desde su redacción y aprobación en el 1978. Más de treinta años disfrutando de lo que fue todo un adelanto en materia democrática. Y todo, todo este "esfuerzo" ahora dilapidado en unos pocos días, reventando violentamente el cerrojo que la guardaba.

La primera Reforma (con mayúscula) de la Constitución ya está aquí. Llevada a cabo con "agosticidad", alevosía y premeditación. Sin Referéndum que valga, rapidito, y con el mínimo esfuerzo posible, con la unión de los dos grandes partidos que se reparten cíclicamente el gobierno de este país. Dos rivales, antagónicos adversarios, que nada más mirarse a los ojos se pusieron de acuerdo en asaltar la inviolabilidad de la Constitución, y quizá, en el caso menos necesario de todos los propuestos hasta la fecha. Y ahora ellos no querrán, y tampoco les convendrá... pero la veda por la Reforma Constitucional (en mayúscula) ha terminado, y ahora más partidos se querrán apuntar (y visto lo visto ya, por qué no) al carro de las Reformas.

No solo esta reforma es una catástrofe en las formas, que ya solo la desacredita, sino también (y quizá más aún) en el fondo, que por otra parte a nadie ha sido explicado. "Es necesaria y urgente", "será beneficiosa para nuestro país". Buena, bonita y necesaria, esto es lo que predican quienes la impulsan. Pero, ¿por qué ahora después de tanto tiempo? si tan evidente y necesaria era... ¿por qué poner en la constitución algo que ya está legislado? (aunque no en la Carta Magna), ¿Por qué sujetas una ley a la rigidez máxima que supone la Constitución y supuestamente le quieres dar un carácter flexible? ¿A que se debe esa contradicción? ¿Por qué escribimos una ley económica sin poner una cifra? solo la letra y la firma... vamos, un cheque en blanco. ¿Por qué no se hace un Referéndum? ¿Por qué no se informa a la gente de que supone esto? ¿Por qué tanta prisa si no entrará en vigor hasta 2020? ¿A caso pues no tenemos tiempo de sobra para tener un debate sosegado sobre el asunto? Quizá no interese, y la "agisticidad", premeditación y alevosía sean la causa de todo... quizá no, ¡seguro!

Esta Reforma supone un golpe de estado Neoliberal, de los mercados en nuestro país. Si ya daba un poco lo mismo, a partir de ahora más, solo podremos elegir la salsa con la que querremos ser cocinados, pero que seremos cocinados es ya indiscutible. Elegiremos a un líder político que solos será un condimento, sin margen ni decisión alguna en los temas realmente importantes. Por exigencia de los mercados y para dar mayor "confianza" a estos, que ven el modelo Español con recelo (sobretodo las autonomías) se les concede la gracia máxima de que "ellos" legislen". La nueva ley aprobada, solo garantiza en tiempos de crisis lo que ya estamos viendo; recortes en el gasto (que no aumento del ingreso, pues en crisis el Estado ingresa menos) público en época de crisis, y esto es recortar pensiones, sanidad, educación... o sea, un retroceso en el Estado de bienestar. Se eliminan todos los agentes estructurales de control en caso de recesión, solo queda la deuda, y la deuda está sujetas a unas reglas y a unos organismos, los mismo que nos han abocado en esta terrible crisis. Ellos son los causantes y los máximos beneficiarios. Y nosotros las victimas, pagaremos sus errores.

Parece de risa, pero es así. Lo hemos visto como con dinero público, todos los países han rescatado las mermadas economías de sus bancos y empresas privadas insignia. Empresas que han seguido ganando y creciendo año tras año... mientras se les inyectaba dinero público y ellos inyectaban miles de empleados a la lista del paro. O en Argentina, que aún hoy los argentinos siguen pagando al banco el famoso "corralito", la recesión tan fuerte que tuvieron, que no solo se quedaron sin sus ahorros, sino que aún a día de hoy siguen compensando a los bancos para que devuelvan el dinero a los ahorristas.

Mientras tanto la gente parece conformarse con todo, al fin y al cabo la mayoría no comprende que pasa, y aunque sí lo haga o mira para otro lado o que va a hacer... y a todo se acaba acostumbrando uno... pero alguien se tendrá que dar cuenta algún día que esto camina cada vez hacia un mundo más desigual, un negocio económico mundial, donde cada vez habrá más riqueza concentrada en menos gente y más pobreza extendida, y tanto los ricos como la resta de gente (y hablo ya de clases medias, de las más afectadas y empobrecidas en estos tiempos y estas medidas) se tendrán que dar cuenta de donde está la mayoría, y que és en realidad por definición una democracia.