22 de marzo de 2013

Fábula del Farzin y el Al pil

Se dice del ajedrez que apareció en la India, hace unos 1200 años. Aunque, según cuentan algunos historiadores, su origen quizá provenga de mucho antes, de Persia. 

Los Persas. Ellos dominaban el juego, la estrategia... hasta que, sobre el 350 a.n.e. -antes de nuestra Era, para aquellos que sin Cristo andan perdidos en el tiempo- apareció una figura esencial en la historia de este juego, Filipo II de Macedonia -más conocido por la prensa rosa como el padre de Alejandro Magno-. Su inteligencia, sus tácticas, llevaron a sus ejércitos a derrotar a todopoderosas Polis griegas, y a reunir, uno aún mayor, con el que se lanzó a conquistar el Imperio Persa. Pero, como todo juego, tiene un riesgo, y Filipo murió asesinado. Jaque mate, puede que piensen algunos. Los ejércitos Persas, con elefantes -como se haría eco Alejandro Magno- dominaban el juego, y mantenían sus enemigos alejados del corazón de su imperio. En Persa elefante se llamaba Al pil (alfil). Pero en este ajedrez que es la existencia, los Persas no contaron que el Rey era solo el motor, un símbolo, la cabeza pensante de un brazo ejecutor mucho más temible, dinámico... la reina (Farzin en Persa). Y así sucedió. Los movimientos tácticos y estratégicos que llevó a cabo Alejandro Magno, siguiendo los pasos de su padre, el rey, acabó por desarticular al Imperio Persa, llegando incluso, en su expansión, hasta la India -de donde algunos afirman que nació el ajedrez-. 

Así, la reina (Farzin) le ganó la batalla al elefante (Al pil). De nada sirvió a los Persas ser los creadores, los ideólogos del juego, de haber sido ellos los empecinados en empezar "a jugar", pues, como en tantos juegos en esta vida y en la Historia, al final, uno, siempre está expuesto a perder.