11 de enero de 2011

Historias de una IV


Entró en el local. Pidió algo para beber. "Algo con alcohol, fuerte por favor, y que amargue..." se sentó en el rincón más oscuro, y allí esperó su bebida. Estaba sola, la mirada ida, ojos húmedos, labios secos... y por fin su compañía, el elixir de la amargura.
Realmente fuerte y amargo, pensó. El primer sorbo y el pensamiento más primigenio que aparecía. "A mi esto no me pasará"... "de esta agua no beberé" recordaba haber pensado. Y allí estaba, bebiendo de aquella... de aquel... mal trago.
Continuaba bebiendo poco a poco mientras seguía su reclusión en aquella mesa. Reclusa de sus pensamientos. ¿Como había sucedido todo?
No sabe ni se explica muy bien como y qué pasó. Hace unas horas, unos días, unos meses... estaba felizmente enamorada. Años hacía que lo estaba, y todo era genial. El amor no dura, es caduco... ella nunca creyó eso, y le iba bien. Le iba... pues hubo un día, no sabe como, ni por qué, pero llegó el día del que no tendría "que haber bebido". Ella seguía enamorada, estaba muy bien con su querida pareja. Motivo de queja, ninguna. Era feliz. Pero conoció a alguien, a otro chico. No es que fuera más especial, no es que le prestara mucha atención, un chico simpático más. La cuestión es que pronto se sintió interesada por él, por conocerlo, por saber sus cosas, por hablar, por disfrutar de su presencia... pronto se dio cuenta que ese chico despertaba algo que no encontraba en su pareja.
"¿Que hay de malo en eso?"... repasaba mentalmente. Nada. No engañó a nadie. Pero ella empezó a pasar más tiempo con este chico. Nunca hubo nada, pero, en fin, era muy simpática y atenta con él. Y a él esto le gustaba. Hubo alguna pequeña tensión con su pareja, que notó algún comportamiento extraño. Pero ella nunca fue infiel. Pero lo pensó. Lo imaginó. Lo quiso para ella. Tuvo curiosidad. Tuvo necesidad... quizá capricho, pero parecía lo primero.
Nunca se atrevió a nada. Prefirió seguir las aguas, la corriente. Al fin y al cabo tenía algo seguro y bueno. ¿Por qué arriesgarse? Tal vez no sea mejor. Quizá solo al principio... pensó. Decidió olvidarse, tal vez no sea buena idea.
Estuvo un par de semanas sin quedar con él, sin verlo, sin saber nada. Y de repente, sí, su pareja la dejó. "Ya no estoy enamorado, me siento prisionero, no soy realmente yo". A ella se le vino el mundo en cima. Su amor, eterno y verdadero, al menos a ojos de los demás, se había venido abajo. Al fin y al cabo el amor es cosa de dos, y había ciertas diferencias, parecía.
De repente el local se le iluminó, no había mucha luz, pero ella pareció en ese momento percatarse de algo más que su mesa y su copa. Con esa "iluminación" siguió recordando.
Después del desamor fue a buscar a su amigo, el otro chico, que hacía un par de semanas había decidido dejar de ver "para salvar su relación", pues sus pensamientos y sentimientos hacia él empezaban a ser peligrosos. Lo encontró. Lo encontró... con una de sus amigas, con la que parecía que salía desde hacía "una semana", le dijeron.
Al fin levantó la cabeza. El local estaba medio lleno... como su vaso. Se percató de otra cosa, el local tenía un hilo musical. Sonaba una canción cantada por Astrud Gilberto, Agua de beber. Cogió la copa, y entre una media sonrisa, bebió de nuevo. Mientras, escuchaba la voz femenina que cantaba en portugués:

Yo quise amar, mas tuve miedo
Yo quise salvar mi corazón
Pero el amor sabe un secreto
El miedo puede matar tu corazón...

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