31 de octubre de 2011

Nostalgia


Como ya dijo Peter de Vries, será que "la nostalgia no es lo que era". Dejando de lado la tremenda ironía que destapa semejante afirmación, esta entra en un tremendo dramatismo, si añadimos a la versión literal de este aforismo la frase de Sabina "no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás existió". Pero, ¿a caso existe una nostalgia "objetiva"? Un recuerdo añorado, inmutable al tiempo sin que la memoria lo corrija, y resistente a la sentimentalización que hacemos de personas, lugares, circunstancias... Sinceramente, no creo que esto sea posible. En todo caso, que aburrido sería.

Otra cosa es la refundación de la nostalgia. Los tiempos cambian, y quizá afinó Vries aquí, pues en el mundo de lo efímero, lo inmediato... y superado ya con creces el mundo romántico, en la era del cientifismo y la tecnología, el anhelo de lo pasado no parece pertinente, adecuado. Semejante recesión sentimental queda pues descartada.

Pero antes de refundar la nostalgia, necesitamos aclarar algo, un paso previo. Cabe dentro de "los hechos añorados" destacar entre dos tipos; aquellos inevitables frente otros que llamaremos accidentales. Nostalgia de lo inevitable seria añorar la presencia de algún ser perdido, o alguna actividad que conlleve a la inevitable carencia producida por la ausencia del elemento que produce nostalgia (bien sea persona...). Por contra, la nostalgia sobre un hecho accidental, implica nostalgia de algo pasado pero, digamos, no necesariamente inevitablemente perdido, irrecuperable... solo que las circunstancias son diferentes. De este segundo tipo, nace la neonostalgia preludiada por Vries. La moderna capacidad de proyectar la nostalgia al campo de lo hipotético y lo futurible, convertir el añorado pasado en el refugio del futuro. Despojar la nostalgia de lo inevitable para dejar de vivir en el pasado y pasar a vivir en el futuro.

Sin querer, y quizá sin saber, la nostalgia postmoderna bebe de Haidegger cuando aseguró que "el tiempo para la conciencia no es una sucesión de instantes del pasado al futuro sino un ir hacia el futuro que va cobrando conciencia de su ir". Un ir hacia el futuro... de donde ni el pasado se escapa.

Mientras tanto, un yo interior me dice que no olvide el pasado, que me preocupe por el futuro, pero que solo e inevitablemente viviré, siempre, en el presente.

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