Como dijo Eduardo Galeano "Estamos en plena cultura del envase: el contrato de matrimonio importa más que el amor, el funeral más que el muerto, la ropa más que el cuerpo, y la misa más que Dios".
El escritor Uruguayo es bastante contundente e ilustrativo en su afirmación, sin dejar lugar a la duda. El envoltorio es más importante que el fondo de las cosas. El color (sentimiento, sabor...) con el que se nos venden las cosas es más importante que la cosa en sí, lo que ello implica o destila. A este respecto, el fútbol (deporte) y la política, con pequeños matices, se han convertido en la misma mierda.
Ya no importa el fondo, el análisis, el germen, la esencia que motiva una política determinada, o un partido de fútbol. El objetivo justifica los medios. Se miente, se pervierte la realidad, se falta a la dignidad, al respeto... incluso se insulta a la inteligencia humana. Pero, con el sentimiento patrio hemos topado. La irracionalidad de la pertenencia a un sitio u otro (que aquí no vamos a negar, pues todo el mundo siente algo en mayor o menor medida por el lugar de donde proviene) es superior al espíritu crítico, al análisis racional y minucioso, a la infalible comparación entre lo que se dice y lo que se hace, entre lo que se cuenta y lo que realmente ha sucedido...
La gente, la sociedad -y perdonen todos los que se sientan diferentes por verse incluidos, es lo que tiene generalizar-, no tiene un conocimiento o idea propia con la que uno comulga, o se identifica. Esta sociedad compleja de entender en sus funcionamiento (gestión económica, legislación, jurisdicción, diplomacia...) está a merced de los grupos de presión y de los grupos de opinión. Mucha gente que cree que sabe, con frecuencia es gente estereotipada, metida en un grupo homogéneo con el que se identifica -y esa identificación de masas ya es contradictorio en sí a la defensión de un ideal personal- y repite premisas bastante sencillas a modo de mantra. Si les cambias las preguntas están perdidos en el extenso océano del desconocimiento -y cuando se recurre ya al orgullo, el resultado es todavía más sonrojante-. No tienen ideología, un pensamiento (sesudo, razonado y razonable) de como deben ser las cosas, se adscriben a un grupo o eligen entre dos que debaten confrontadamente. ¡Eso no es tener criterio propio señores!
Es lo que tiene una sociedad que margina y repugna la otredad, la diferencia, la peculiaridad, la voz discordante, el pepito grillo de turno... junto a la ya extendida cultura del picoteo, donde fácilmente uno puede leer o escuchar una opinión sobre casi cualquier tema, pero sin entender, ni interiorizar, ni comprender, ni procesar... simplemente "información", saber de la existencia de, enterarse de que se habla... pero sin conocer. Y sin conocer no se puede evolucionar, ni cambiar... incluso para mostrar tu desacuerdo es importante conocer muy bien aquello con lo que estás en contra y por qué. Contraponer ideas no es discutir sobre quién es más patriótico o comparar el nivel de testosterona entre dos opuesto. La política y el fútbol se ha convertido ya en eso.
Al igual que Galeano nos abrió el camino en esta entrada, cerraremos con otras dos reflexiones, ahora de Fernando Pessoa, que vienen al caso.
"Para comprender me destruí. No conozco nada más al mismo tiempo falso y significativo que aquel dicho de Leonardo da Vinci de que no se puede amar u odiar una cosa sino después de haberla comprendido".
"Aquello que, creo, produce en mi un sentimiento profundo, en que vivo, de incongruencia con los demás, es que la mayoría piensa con la sensibilidad y yo siento con el pensamiento".
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