16 de mayo de 2010

Adiós, Albatros



Esta noche, cuando finalice la última sesión, los cines Albatros de Valencia cerrarán sus puertas definitivamente. Habrán sido 25 años exhibiendo películas independientes en versión original subtitulada, así como ofreciendo estrenos exclusivos, eventos y ciclos siempre con el cine menos comercial como gran protagonista.

Podría pensarse que la crisis, esa maldita crisis que todo lo salpica, es la gran responsable del cierre de las salas Albatros. Es cierto que de un tiempo a esta parte mucha gente se lo piensa dos veces a la hora de gastarse dinero en una entrada de cine, pero sería equivocado simplificar esta triste noticia y achacarla tan solo a la situación económica.

La clausura de los Albatros representa un perfecto ejemplo de la situación en la que está el cine -y la cultura en general- en estos tiempos que corren. Siempre han sido unos cines que han navegado a contracorriente, ofreciendo un producto muy específico y con un tipo de público muy determinado. Su principal baza era, precisamente, su exclusividad. El hecho de tener una oferta que no se podía encontrar en ningún otro sitio. Pero la manera de ver el cine está cambiando dramáticamente, y salas como estas son las principales perjudicadas. Asistimos a la proliferación de las multisalas situadas en el corazón de enormes centros comerciales, y vemos como son estos cines los que se llevan la mayoría de público, atraido por la enorme cantidad de ofertas (tiendas, restaurantes) que rodea al cine propiamente dicho. En esta situación, salas como los Albatros se convierten en un reducto para aquellos que siguen prefiriendo "ir al cine" en el sentido estricto, en el sentido de ver una película sin la necesidad de ingerir un kilo de palomitas o ver un espectáculo en tres dimensiones. Tal vez no sean películas tan grandilocuentes, con tanto presupuesto o con superestrellas copando la pantalla, pero tampoco hacía falta.

Quien iba a los Albatros era porque buscaba un tipo determinado de películas, un cine que sólo se puede encontrar en estos lugares y que, como las salas que lo exhiben, corre el riesgo de desaparecer, fagocitado por el cine mainstream hollywoodiense (basado en secuelas, precuelas, sagas y adaptaciones) que todo lo invade. La sociedad será más avanzada en tanto en cuanto pueda disponer de capacidad para elegir el tipo de cultura que quiere consumir. No estoy en contra del cine que se proyecta en las multisalas, incluso comprendo que pueda resultar hegmónico (no se puede competir cuando hay tanta diferencia de presupuesto por en medio), pero me horroriza pensar que acabe siendo la única posibilidad disponible.

Hoy es para mí, y para mucha gente en Valencia, un día triste. Los cines Albatros han significado mucho en mi vida, por todas las películas que he disfrutado allí y por la compañía en la que lo he hecho. Nunca olvidaré la sensación de ver una película (era La Joven de la Perla, de Peter Webber) un martes a las 4 de la tarde, completamente solo en una sala vacía. Era como formar parte de la magia de la pantalla en blanco y la oscuridad total, una sensación imposible en cualquier otro lugar. Ahora, lo que nos queda es llorar la pérdida de los cines Albatros y rezar -quien crea en ello- para que la vida de su hermano gemelo sea larga y próspera. Los cines Babel, más cercanos al centro de la ciudad y con un restaurante del que se sacan seguramente más beneficios que en el otro caso, quedan ahora como las únicas salas de Valencia que proyectan siempre películas en V.O.S. La lucha va a ser dura, y estamos en inferioridad de condiciones, pero debemos seguir peleando para que este tipo de cine no se acabe nunca. Algo tan importante como la cultura, que debe ser el mejor legado para nuestros hijos, está en juego.



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1 comentario:

different is mine dijo...

En fin, no sé realmente que decir ni por donde empezar. Me apena el cierre de estas salas, y me apena no solo por el hecho en sí, y sentimentalismos, sino por lo que ello supone y dice de una tendencia y de una "actitud social".
Una sociedad donde nuestro bajo rendimiento medio en idiomas es patente, y en la que la falta de cultura de ver el cine de esta forma hace que estas salas no sean un sitio de masas. No solo esto, luego está la elección de lo que la gente decide ver. No me parace mal el cine comercial, no estoy para nada en contra, pero la gente básicamente ve lo que le venden. En un mundo globalizado, de libre mercado (voviendo un poco al artículo anterior) la mayoría de las películas que se ven en salas españolas son americanas, y la industria del cine americano y el cine más comercial en sí ya sabemos demasiado bien como funciona... esa es la "libre" elección con la que se encuentra el ciudadano a la hora de consumir cine, por no hablar ya de lo que supone la tele en la sociedad y el impacto que ella causa en ciertos gustos y tendencias. Lo que está de moda, lo que es cool, guay... de lo que hablan o aparece por la pantalla existe lo que no no.
En general, y no solo es una crítica ya por asistir o no a este tipo de salas, la sociedad, las personas (en general, subrayo)tienen muy poca personalidad, en tanto en cuanto no piensan por ella mismas, son muy fácilmente influibles y poco críticas con su entorno. Individualismo y practicidad, los males de nuestra sociedad. Es igual a aislamiento y pensar poco (por si acaso ...)
Fuí ayer a los Babel, y ví la nueva de Fatih Akin, "Soul Kitchen". Genial, me encanta ese director. Te la recomiendo.
Un abrazo.

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