13 de mayo de 2010

Historias de una II

Dicen que nació, vivió... y murió. El principio de su historia no se conoce, ni siquiera es confusa, nada saben en realidad los que de ella hablan. Parece que era joven, tierna, con un gran vitalidad cuando empezó su nueva vida. Nadie sabe si fue rechazada, si escapaba de algún sitio o si solo viajaba, la cuestión es que antes de aparentemente estar en edad de merecer pasó a formar parte de una familia, su familia.
Entró en un mundo nuevo, con gente nueva y ella, aunque con ganas de tomar y recibir, pareció no entender muy bien las reglas del juego. Parecía no entender bien un mundo en que la humana condición lo condiciona todo. No obstante, su vida fue siempre intensa, a pesar de no reconocérsele amoríos importantes ni grandes acontecimientos. Bueno, alguno si, como el día en que ella, que poseía la mirada más bondadosa, graciosa e intensa que recuerdan la gente del lugar, pasó a un segundo plano, se vio relegada en la jerarquía familiar a un nivel inferior. Su humor pareció cambiar, empezó a experimentar una sensación de vacío en su familia. Su instinto de madre se le despertó, pero su entorno tampoco favoreció... y así ella se sintió desorientada, ya no era aquella niña en aquella familia, pero tampoco podía ser la madre de una propia.
Con los años empezó a tornarse menos vital, algo vulnerable incluso. De nuevo se sentía fuera de lugar, pero las enfermedades, la vejez, y su ceguera poco a poco la llevaron a un estado más apático e incluso a veces histriónico. Un día, siendo una sombra de lo que fue mientras quizá recordaba (y los demás al verla en semejante estado) lo que alguna vez había sido, enfermó. Esta vez, la fatalidad parecía superar las anteriores. Perdió el apetito, se debilitó mucho... hasta que en un estado de minusvalía... pereció.
Poco se sabe de su vida. Nadie nunca le preguntó, en cambio por ella decidieron hasta el final. Sin duda aportó mucho allá donde estuvo, y nunca tuvo queja (ni elogio) para quienes la trataron. Como si fuera de paso existió, pero para algunas personas, en su mente sobrevivirá ella como quizá nunca llegó a imaginar.


A Rama.

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1 comentario:

Héctor dijo...

Mi más sentido pésame :(

Yo también la recordaré con mucho cariño, como cuando nos llenaba de barro los pantalones al apoyar sus patitas en el corral...

Un abrazo amigo.

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