31 de diciembre de 2010

Feliz Año Nuevo




Bueno, para despedir este 2010, nuestro primer año en esta andanza bloggera, que mejor, entre tanta letra, que un poco de música. Desde aquí, los que escribimos, deseamos a toda la gente que nos lee un ¡Feliz año 2011! Para ello, nos vamos a alejar de los típicos valses y demás música "navideña". Vamos a despedir el viejo año con el Sonido Nuevo, el sonido que grabaron en 1966 Cal Tjader y Eddie Palmieri en uno de mis temas favoritos, Guajira en Azul. Un poco de ritmo y calor, como el que gozan ahora en el hemisferio sur, donde están de verano. Calor y pasión con la que os deseamos que entréis en el 2011, del que seguro muchos retos nuevos y cosas buenas nos esperan.

¡Nuestros mejores deseos y feliz año!

Héctor y Different is mine

24 de diciembre de 2010

El nacimiento de la profesión


Corría la vida allá por el 5199, según cuenta en sus Crónicas Eusebio de Cesarea. A Octavio, sobrino de Julio César, le dio por nombrarse César (en honor a su tio), Augusto (por la expansión del imperio romano) y finalmente Emperador (altísima dignidad, ser superior a todo el entramado de reyes que gobernaban su imperio). En un lugar de ese imperio, un 25 de Diciembre (o eso dicen) nació Jesús de Nazareth... en Belén.
Nació en una tenada (en una especie de cobertizo público de la ciudad). Es común en la tradición cristiana la palabra establo, refiriéndose al lugar del alumbramiento. Establo deriva del latín stabulum, que en la época se solía utilizar para referirse a los establos, pero también a las posadas y a los burdeles (incluso un stabulum solía cumplir el triple significado de la palabra). Así que como decíamos... sí, nació en un cobertizo. Cuán poco apropiado sería de lo contrario para referirse al parto de toda una virgen. José y María, sus padres, eran pobres y tampoco pudieron proveerse de un mejor lugar. La historia sigue, y nos cuenta, como los pastores que tenían pastando a su ganado pasaron a agasajar y adorar al niño. Este hecho contradice la versión oficial de la iglesia cristiana. Si los pastores habían sacado su ganado la fecha del nacimiento debe ser anterior a Octubre (como muy tarde), además, la motivación del viaje de José y María a la ciudad de Belén carecía de, al menos, sentido común ser realizado en semejantes fechas para dichos fines.
La adopción pues del 25 de Diciembre como fecha de nacimiento de Jesús de Nazareth no es casual. Además de la relación con anteriores Dioses de otras culturas (Horus, Mithra, Krishna...) el 25 de Diciembre era una festividad romana, pagana. La Saturnalia. Esta festividad, que coincide con el solsticio de invierno, celebra el fin del periodo más oscuro del año y el principio del periodo de la luz. Esto es, celebran que el día cada vez tendrá más horas de luz, hasta llegar a su punto álgido en el paso de la primavera al verano (donde los días, de nuevo, irán perdiendo paulatinamente horas de luz). La adopción del nacimiento de Cristo este día no es más que un sincretismo entre la religión cristiana y la tradición pagana.
No obstante, José y María no hacían turismo en Belén. Ellos acudían por algo. Al primero César, después Augusto y finalmente Emperador le dio por censar la gente de las provincias, ciudades, poblaciones, etc. de las que él era el máximo responsable. Así pues (que injusto eres César Augusto) la pareja, a punto de dar ella a luz, tuvo que emprender el viaje entre Nazareth, donde vivían, hasta Belén, lugar donde José debía censarse como descendiente de David. El censo implicaba dos cosas, declarar fidelidad al imperio y el empadronamiento. La liturgia del censo contaba que el cabeza de familia (que representaba a su prole), después de aportar el número de miembros de esta, se le ponía un denario de plata en la frente y repetía ante el súbdito del imperio romano las palabras "propio ore fassio" (reconozco con mis propios labios). De esta expresión derivó posteriormente la palabra profesión. Así, José asistió, además, a otro nacimiento, el de la profesión.

14 de diciembre de 2010

Historias de uno y una III


Él decía ser todo lo que no era. Decía hacer todo lo que no hacía. Decía pensar como no pensaba. Decía actuar como... sí, ustedes ya imaginan. En definitiva, él creía ser quién no era.
Ella no era lo que quiso ser. Hacía lo que le dejaban hacer. Pensaba como... bueno, digamos que ella no tenía que pensar mucho. Las cosas eran como eran, o como le decían que eran. En definitiva, ella no sabía quién era.
Dos maneras diferentes de no conocerse a uno mismo.
Él siempre dominó y censuró su compañera. La mutiló y la coartó en sus libertades. La esclavizó con sus deberes e ignoró sus derechos. Confundió libertad con libertinaje, amor con posesión y sexo con obligación.
Ella siempre miró por él e intentó agradar. Se sacrificó y cedió por su relación. Obedeció y cumplió con abnegación. Confundió matrimonio con obligación, amor con pasión y sexo con subyugación.

Cuando uno no sabe quién es él mismo, convivir en pareja se hace duro. Las cosas "no funcionan", y el final muchas veces es tan frustrante como injusto. Pero nadie sabe que pasó, por qué se llegó a esa situación, en qué se falló... solo se es consciente de una situación insostenible, y a veces, ni esto se reconoce.
Mientras tanto, en la Era de la comunicación, ésta brilla por su ausencia en las relaciones interpersonales. Las cosas importantes no se saben, no se dicen, o no se conocen. En cambio conocemos millones de detalles insignificativos que satisfacen nuestra curiosidad, nuestro voyeurismo y poco más. El autoconcepto, el conocimiento de uno mismo es algo extraño, incluso denostado. En la Era del individuo, prima la concepción y aceptación social, antes que asimilar nuestras virtudes y defectos con todas las consecuencias. Engañamos a los demás y a nosotros mismos, o eso intentan muchos y practican otros tantos de forma inconsciente.
Mientras todo esto pasa, en la "postmodernidad" ella sigue pagando su deuda por el pecado de Eva mientras él advierte una y otra vez (y de forma no menos aseverante por el paso del tiempo) "ya te dije que..." pero este endeudamiento a pagar con intereses, en compensación de, perjudica la emancipación real del individuo (de ella). Capitalismo emocional postmoderno inconsciente y progresivo.

3 de diciembre de 2010

Historias de una III

Le encantaba viajar. Simple y llanamente. Sola o acompañada. En invierno, en verano, primavera u otoño. Cualquier época, mes, día o momento era bueno. No tenía una preferencia. No sabía cuándo ni dónde iría, y una vez allí... una vez allí miraba, contemplaba, disfrutaba, percibía. Sentía a la gente con que se encontraba, empatizaba sensorialmente con ellos, desde el silencio. Nunca hablaba. Pero en sus viajes había tristeza, alegría, amor, euforia, melancolía... y sobretodo, una tranquila y relajante sensación de paz. En sus viajes podía contemplar, pasear, bailar, bañarse, dormir... pero siempre terminaba experimentando esa sensación de paz en su interior.
Margarita tenía 82 años. Vivía en un pueblo de 43 habitantes. Nunca había salido mucho más allá de los límites del pueblo. Bueno, recuerda que de niña la llevaron a una casa, "por allí la ciudad". Ella aún no sabe por qué. Hace menos que volvió a salir del pueblo, esta vez para el hospital provincial. Estos son los únicos desplazamientos de lugar más significativos de su ya longeva vida. No obstante, ella, desde el banco de la cocina nos explica como viaja cada día. Mientras guisa un caldo nos enseña la radio con la que escucha música, y un viejo "tocadiscos" que le regaló hace años el médico de la zona. Escucha música y viaja con ella. Viaja a sitios que ha visto en su viejo televisor, que ha leído o que le han contado. Viaja cada día, con cada canción. Incluso nos confiesa que a veces una misma canción la lleva a sitios diferentes.
Hoy, como cada día ha emprendido un nuevo viaje. Sabía que algún día ella no volvería de uno de ellos. Certeza la suya. En este momento, la radio y el "tocadiscos" la esperan en casa. Ninguno suena. Guardan duelo, pues Margarita ha iniciado hoy su último viaje, el definitivo, del que no volverá.
Vio, conoció, sintió, viajó... vivió con música... y murió en silencio en el lugar donde nació y creció.