14 de diciembre de 2010

Historias de uno y una III


Él decía ser todo lo que no era. Decía hacer todo lo que no hacía. Decía pensar como no pensaba. Decía actuar como... sí, ustedes ya imaginan. En definitiva, él creía ser quién no era.
Ella no era lo que quiso ser. Hacía lo que le dejaban hacer. Pensaba como... bueno, digamos que ella no tenía que pensar mucho. Las cosas eran como eran, o como le decían que eran. En definitiva, ella no sabía quién era.
Dos maneras diferentes de no conocerse a uno mismo.
Él siempre dominó y censuró su compañera. La mutiló y la coartó en sus libertades. La esclavizó con sus deberes e ignoró sus derechos. Confundió libertad con libertinaje, amor con posesión y sexo con obligación.
Ella siempre miró por él e intentó agradar. Se sacrificó y cedió por su relación. Obedeció y cumplió con abnegación. Confundió matrimonio con obligación, amor con pasión y sexo con subyugación.

Cuando uno no sabe quién es él mismo, convivir en pareja se hace duro. Las cosas "no funcionan", y el final muchas veces es tan frustrante como injusto. Pero nadie sabe que pasó, por qué se llegó a esa situación, en qué se falló... solo se es consciente de una situación insostenible, y a veces, ni esto se reconoce.
Mientras tanto, en la Era de la comunicación, ésta brilla por su ausencia en las relaciones interpersonales. Las cosas importantes no se saben, no se dicen, o no se conocen. En cambio conocemos millones de detalles insignificativos que satisfacen nuestra curiosidad, nuestro voyeurismo y poco más. El autoconcepto, el conocimiento de uno mismo es algo extraño, incluso denostado. En la Era del individuo, prima la concepción y aceptación social, antes que asimilar nuestras virtudes y defectos con todas las consecuencias. Engañamos a los demás y a nosotros mismos, o eso intentan muchos y practican otros tantos de forma inconsciente.
Mientras todo esto pasa, en la "postmodernidad" ella sigue pagando su deuda por el pecado de Eva mientras él advierte una y otra vez (y de forma no menos aseverante por el paso del tiempo) "ya te dije que..." pero este endeudamiento a pagar con intereses, en compensación de, perjudica la emancipación real del individuo (de ella). Capitalismo emocional postmoderno inconsciente y progresivo.

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